En las sombras profundas del cuarto alguien da dos pasos. O no los da y es simplemente el movimiento de la luz que entra por la ventana la que alcanza su rostro. De pronto, algo se nos revela: hay algo en la forma en que la luz acaricia ese cuerpo, en ese encuentro único de la luz y un gesto, en esa unidad ferozmente real, que nos conmueve. Ahora, la luz se mueve nuevamente y las sombras avanzan. Pero ya ese hueco espeso al que ha huido el cuerpo (la película) no podrá ser nunca más un espacio vacío. Porque hay algo ahí que nos atañe, simple, misteriosamente.
Cuándo me preguntan qué hay de común en El árbol, La orilla que se abisma y La madre, lo primero que respondo es: el trabajo con la luz natural.
Creo que la luz nos vincula emocionalmente con el mundo. Con Diego Poleri (fotógrafo de El árbol y La madre) y con Luis Cámara (fotógrafo de La orilla que se abisma) desarrollamos el arte de la espera, hicimos propia la intención de Juan L. Ortiz de “ver el color más allá del color”.
Alguna vez nos dijo el poeta Jorge Calvetti, hablando de su Maimará natal: “Es muy importante para mí, no sólo el paisaje, los árboles, la vieja casa. Es muy importante el aire, lo que no se ve, pero se siente. Es muy importante para un hombre sensible el regresar, el volver. El secreto está en mirar. Uno vuelve, muchos vuelven, y están contentos con el paisaje que se ve. Yo estoy contento con el paisaje que no se ve, con la conmoción que significa pensar en los días vividos, resplandecientes como joyas”.
Estamos convencidos de que la potencia no está en lo que la luz visibiliza, en lo espectacular, sino en lo hondamente íntimo, en la relación dinámica de lo visible y lo invisible, en la construcción, en fin, de una poética de la sugerencia.
Gustavo Fontan.
LA ORILLA QUE SE ABISMA está planteada como un viaje, un recorrido por un río. Como los ríos, como todo viaje, la película tiene meandros, pequeños cauces, desvíos y momentos de descanso. El film es un “diálogo” con la poética del escritor entrerriano Juan L. Ortiz, y parte de algunos interrogantes: ¿Será posible mirar y mirar, y mirar, y llegar hasta el sentido del río más allá del río? ¿Será posible mirar el paisaje hasta descubrir las dimensiones de lo que lo trasciende, es decir, lo abisma?
"...La orilla que se abisma prescinde por completo de la narración tradicional y, en su minucioso y por momentos fascinante trabajo sobre el sonido, la imagen y el encuadre (desde una tormenta hasta los reflejos en el agua, pasando por las sombras o tomas casi surrealistas elaboradas apelando incluso al fuera de foco), construye un universo que sintoniza con la obra de Juanele, a quien en la segunda mitad apenas se lo ve en unos pocos fragmentos tomados de un documental de 1976 y se lo escucha recitando uno de sus poemas..."
Gustavo Fontán nació en Banfield, Provincia de Buenos Aires, en 1960. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y Realización Cinematográfica en el CERC (hoy ENERC). En 1990 publicó Los días vacíos (cuentos) y en 1993 La voz del sospechoso (cuentos) Varios de sus trabajos cinematográficos están vinculados a escritores: Marechal o la batalla de los ángeles, Canto del cisne (Jacobo Fijman), El paisaje invisible (Jorge Calvetti), La orilla que se abisma (Juan L. Ortiz) En 2003 se estrenó su largometraje Donde cae el sol y en 2007 el largometraje El árbol, que ha sido invitado a más de veinte festivales en distintos lugares del mundo.
El extraño sonido del theremin hizo que se utilizase en las bandas sonoras y para crear ambientación en las películas de ciencia ficción y terror en los años 50. Al pensar en theremin + extraterrestres, nos viene enseguida a la cabeza "The Day the Earth Stood Still" (Ultimátum a la tierra) como primera película del genero con theremin. Pero no es así: antes tenemos dos grandes clásicos: "Rocketship X-M" (Kurt Neumann 1950) y la famosa "The Thing from Another World" (Christian Nyby 1951).
En la historia de "Rocketship X-M" (Kurt Neumann 1950) nos encontramos con unos astronautas de viaje a la luna. Un meteorito interfiere la ruta de la nave y esto hace que, sorprendentemente, acaben en Marte… Aprovechando el desvío, la tripulación decide descender en el planeta rojo; pero terminarán por descubrir los restos de una civilización muy avanzada, que ha sido devastada por una guerra nuclear y cuyos únicos sobrevivientes han regresado a la edad de piedra.
Anticipándose algunas semanas al estreno de Con destino a la Luna, "Rocketship X-M" inicia la edad de oro de la ciencia-ficción en el cine. Y mientras que los creadores de Con destino a la Luna se conformaron con simplemente contar la historia de un vuelo pionero al espacio, Karl Neumann (Kronos, She Devil, The Fly) y su equipo fueron más ambiciosos e incluyeron el contacto con extraterrestres, un mensaje antimilitar e incluso, la mano de Dios en el guión; así como un final muy poco común para una película de ciencia-ficción de los años 50. En la banda sonora, del conocido compositor clásico Ferde Grofé (EEUU, 1892-1972), tenemos un solo de theremin que sirve para ambientar los paisajes Marcianos. Seguramente sea una improvisación creada por Samuel Hoffman. Esta película sirvió para presentar el theremin a los seres de otros mundos.
En la otra fascinante producción, "The Thing from Another World", ya aparece el theremin integrado con la orquesta, pero no de la forma a la que estamos habituados, sino como un sutil color más entre los otros instrumentos y casi difícil de detectar. Hay muchas premisas de The Thing From Another World que son piedras basales y que terminarán por transformarse en rutinas del género. El proceso de investigación y descubrimiento del objeto; el héroe militar con interés amoroso; la lucha intestina entre científicos y militares sobre qué hacer con la creatura. Desde ese punto de vista es un film militarista - el género alternaría esas roles con frecuencia, en donde militares o científicos predominan con su punto de vista mientras que el rol antagónico es visto como demente -. Pero al menos el Dr. Carrington no está expuesto como una caricatura (si bien es por momentos demasiado amanerado), sino que posee amplios razonamientos que permiten justificar sus acciones - preservar al alien a riesgo de la vida de los integrantes de la base.
Unos meses después se estrenaría "The Day the Earth Stood Still" (Robert Wise 1951). En el contexto de la Guerra Fría, Hollywood se impuso la tarea de alertar al ciudadano medio de los peligros del comunismo, lo que cinematográficamente se tradujo en la producción de docenas de thrillers y melodramas poblados de espías soviéticos o de traidores norteamericanos, y de un no menor número de películas en las que la amenaza roja llegaba a la tierra en forma de marcianos, selenitas o cualquier otro habitante del sistema solar dotado de la suficiente capacidad tecnológica y militar como para acabar con el estilo de vida norteamericano. En medio de esta tendencia ideológica surgió The Day the Earth Stood Still, producción con la que Robert Wise contaría con la tendencia de la época para emitir un discurso pacifista al que beneficia una narración impecable. , y en este caso con una banda sonora compuesta por el maestro Bernard Herrmann (EEUU, 1911-1975), digna de tocarse en las mejores salas de concierto. Consiste en una suite de temas donde el theremin se luce continuamente. Tiene partes tanto como solista como integrado en la orquesta e incluso dúos de theremin. Escenas como la aparición del robot Gort, con el fondo de theremin, son momentos míticos dentro de la historia del cine.
Dos años después se estrenó el otro icono de la fórmula “theremin + extraterrestres”: "It Came from Outer Space" (Jack Arnold 1953), con guión basado en "The meteor", una historia de Ray Bradbury. Una pareja, él astrónomo aficionado, ella maestra, ve en la noche desértica de Arizona caer un objeto. Creen que es un meteorito, pero en realidad es una nave espacial que queda enterrada por un desprendimiento de tierras. Sin embargo, los extraterrestres pronto comenzarán a hacer objeto de presencia en los terrenos circundantes... Esta magnífica película se ve, por lo demás, apoyada por los típicos actores de serie B que se harían característicos en la temática, como un consistente Richard Carlson o una bellísima Barbara Rush. El resultado es un clásico del género, que con los años y los sucesivos visionados mejora, hace patente su condición de joya de aire semi-surrealista implantada en un tratamiento documentalista, con una fotografía en blanco y negro espléndida y con una sugestiva imaginería alienígena con la figura del hexágono como leit motiv principal. La película tiene una inquietante banda sonora donde el theremin hace sonar, a lo largo de todo el metraje, una melodía de... ¡4 notas!, eso sí, muy bien colocadas y aprovechadas con sumo gusto. Entre los numerosos compositores que intervienen en la banda sonora, se considera que las partes de theremin pertenecen a Henry Mancini (USA, 1924-1994).
Realmente, esta fue la primera banda sonora de theremin con el típico sonido "ululante" y melodía disonante y fantasmal que siempre hemos relacionado con alienígenas y demás monstruos.
Curiosamente, en estas dos películas los malos no eran los extraterrestres sino los humanos. Este dato trastoca el concepto de las "invasiones" alienígenas con fondo de theremin.
Pues aunque parezca increíble, aquí se acaba la aportación del theremin al mundo de los extraterrestres, no hay más producciones de ese tipo filmadas en esa época. Sólo nos queda por nombrar la película del espacio (sin marcianos) "Project Moon base" (Richard Talmadge 1953), ambientada en un futuro no muy lejano, en 1970. En este caso, el theremin ya lo tenemos directamente en los títulos iniciales (e incluso antes de la primera imagen) en un bonito tema compuesto por Herschel Burke Gilbert (USA 1918-2003) que, curiosamente, ya empieza a recordar las epopeyas galácticas de los años 70/80.
Aunque otros instrumentos han entrado en competencia directa con él, el theremin sigue empleándose en la música de cine. Hemos podido escucharlo, además de en "Ed Wood" (Tim Burton, 1994), en "eXistenZ" (David Cronenberg,1999), también gracias a Howard Shore, o en "Mars Attacks!" (Tim Burton, 1996), de Danny Elfman (de nuevo un guiño a las películas clásicas de ciencia ficción).
Sergei Eisenstein, Vsevolod Pudovkin, Grigori Alexandrov
Manifiesto del contrapunto sonoro
El sueño largo tiempo acariciado del cine sonoro es una realidad. Los norteamericanos han inventado la técnica del film hablado y lo han llevado a su primer grado de utilización práctica. Alemania, asimismo, trabaja muy seriamente en idéntico sentido. En todas partes del mundo se habla de esta cosa muda que finalmente ha encontrado su voz. Nosotros, que trabajamos en la Unión Soviética, somos plenamente conscientes de que nuestros recursos técnicos carecen de la envergadura suficiente para permitirnos esperar un éxito práctico y rápido en este camino. Pero ello no impide que consideremos interesante enumerar un cierto número de consideraciones preliminares de naturaleza teórica, teniendo en cuenta, además, que si no estamos mal informados parece que este nuevo progreso tiende a orientarse por un mal camino. Porque una concepción falsa de las posibilidades de este descubrimiento técnico no sólo puede estorbar el desarrollo del cine-arte, sino que también puede aniquilar su auténtica riqueza de expresión actual. El cine contemporáneo, al actuar como lo hace por medio de imágenes visuales, produce una fuerte impresión en el espectador y ha sabido conquistar un lugar de primer orden entre las artes. Como sabemos, el medio fundamental -y por añadidura, único- mediante el cual el cine ha sido capaz de alcanzar tan alto grado de eficacia es el montaje. El perfeccionamiento del montaje, en tanto que medio esencial de producir un efecto, es el axioma indiscutible sobre el que se ha basado el desarrollo del cine. El éxito universal de los filmes soviéticos se debe en gran parte a un cierto número de principios del montaje, que fueron los primeros en descubrir y desarrollar.
1.- Así pues, los únicos factores importantes para el desarrollo futuro del cine son aquellos que se calculen con el fin de reforzar y desarrollar sus invenciones de montaje para producir un efecto sobre el espectador. Al examinar cada descubrimiento, situándose en esta perspectiva, es fácil demostrar el escaso interés que ofrece el cine en color y en relieve en comparación con la gran significación del sonido.
2.- El film sonoro es un arma de dos filos, y es muy probable que sea utilizado de acuerdo con la ley del mínimo esfuerzo, es decir, limitándose a satisfacer la curiosidad del público. En los primeros tiempos asistiremos a la explotación comercial de la mercancía más fácil de fabricar y de vender: el film hablado, en el cual la grabación de la palabra coincidirá de la manera más exacta y más realista con el movimiento de los labios en la pantalla, y donde el público apreciará la ilusión de oír realmente a un actor, una bocina de coche, un instrumento musical, etc. Este primer periodo sensacional no perjudicará el desarrollo del nuevo arte, pero llegará un segundo periodo que resultará terrible. Aparecerá con la decadencia de la primera realización de las posibilidades prácticas, en el momento en que se intente sustituirlas con dramas de "gran literatura" y otros intentos de invasión del teatro en la pantalla. Utilizado de esta manera, el sonido destruirá el arte del montaje, pues toda incorporación de sonido a estas fracciones de montaje las intensificará en igual medida y enriquecerá su significación intrínseca, y eso redundará inevitablemente en detrimento del montaje, que no produce su efecto fragmento a fragmento sino -por encima de todo- mediante la reunión completa de ellos.
3.- Sólo la utilización del sonido a modo de contrapunto respecto a un fragmento de montaje visual ofrece nuevas posibilidades de desarrollar y perfeccionar el montaje. Las primeras experiencias con el sonido deben ir dirigidas hacia su no coincidencia con las imágenes visuales. Sólo este método de ataque producirá la sensación buscada que, con el tiempo, llevará a la creación de un nuevo contrapunto orquestal de imágenes-visiones e imágenes-sonidos.
4.- El nuevo descubrimiento técnico no es un factor casual en la historia del film, sino una desembocadura natural para la vanguardia de la cultura cinematográfica, y gracias a la cual es posible escapar de gran número de callejones que realmente carecen de salida; el primero es el subtítulo, pese a los innumerables intentos realizados para incorporarlo al movimiento o a las imágenes del film; el segundo es el fárrago explicativo que sobrecarga la composición de las escenas y retrasa el ritmo. Día a día, los problemas relativos al tema y al argumento se van complicando. Los intentos realizados para resolverlos mediante unos subterfugios escénicos de tipo visual no tienen otro resultado que dejar los problemas sin resolver, o llevar al realizador a unos efectos escénicos excesivamente fantásticos. El sonido, tratado como elemento nuevo del montaje (y como elemento independiente de la imagen visual) introducirá inevitablemente un medio nuevo y extremadamente eficaz de expresar y resolver los complejos problemas con que nos hemos tropezado hasta ahora, y que nunca hemos llegado a resolver por la imposibilidad en que nos hallábamos de encontrar una solución con la ayuda únicamente de los elementos visuales.
5.- El «método del contrapunto» aplicado a la construcción del film sonoro y hablado, no solamente no alterará el carácter internacional del cine, sino que realzará su significado y su fuerza cultural hasta un punto desconocido por el momento. Al aplicar este método de construcción, el film no permanecerá confinado en los límites de un mercado nacional, como sucede en el caso de los dramas teatrales y como sucedería con los dramas teatrales filmados. Al contrario, existirá una posibilidad todavía mayor que en el pasado de hacer circular por el mundo unas ideas susceptibles de ser expresadas mediante el cine.